En 1958, mucho antes de que el investigador Zecharia Sitchin popularizara sus teorías sobre los Anunnaki, surgió un texto enigmático que sacudió los cimientos de la historia conocida. Este misterioso mensaje sugería que la humanidad no fue simplemente el resultado de la evolución, sino producto de una manipulación genética realizada por una civilización extraterrestre avanzada.
Según esta teoría, los Anunnaki —seres provenientes del hipotético planeta Nibiru— habrían llegado a la Tierra hace aproximadamente 450.000 años con un propósito claro: extraer oro para salvar la atmósfera de su planeta. Incapaces de soportar las duras condiciones del trabajo minero, habrían modificado genéticamente a los homínidos terrestres para crear una especie híbrida: el ser humano moderno.
El mensaje revelado en 1958, que supuestamente fue encontrado en antiguos textos ocultos, afirma que estos seres aún caminan entre nosotros, camuflados bajo identidades humanas o reverenciados como dioses por culturas antiguas. Esta revelación apunta a que los Anunnaki nunca abandonaron completamente la Tierra, y que su influencia se mantiene a través de sociedades secretas, conocimientos ocultos y tecnología avanzada escondida.
Las teorías de Sitchin, aunque ampliamente debatidas, encuentran ecos en múltiples culturas antiguas como la egipcia, sumeria y mesopotámica, donde los dioses eran descritos como entidades descendidas del cielo, poseedoras de un conocimiento superior. Estas conexiones han llevado a muchos investigadores a considerar que los mitos antiguos podrían ser registros históricos codificados de encuentros con inteligencias no humanas.
Entre los elementos más controvertidos del mensaje y de la obra de Sitchin se encuentran las referencias a máquinas antiguas, tecnologías imposibles para la época, y la existencia de portales o “puertas estelares” usados por los Anunnaki para viajar entre mundos. Además, se habla de un conocimiento prohibido, transmitido en secreto por ciertas élites que mantienen este legado oculto al público general.
Los defensores de estas teorías consideran que la historia oficial ha suprimido deliberadamente esta información, temiendo las implicaciones que tendría aceptar que el ser humano no es el pináculo natural de la evolución, sino una especie intervenida por inteligencias superiores. La arqueología prohibida, los artefactos fuera de lugar (OOPArts) y los textos antiguos no traducidos completamente podrían ser las claves para descubrir esta verdad.
¿Es posible que nuestras raíces estén ligadas a civilizaciones de otros mundos? ¿Siguen los Anunnaki influyendo en nuestro desarrollo como especie? Aunque no existen pruebas concluyentes, el interés creciente por estos temas demuestra que la humanidad sigue buscando respuestas más allá de lo convencional.