El partido entre el París Saint-Germain y el Inter de Milán en la fase de grupos de la Liga de Campeones ha ganado atención no sólo por la naturaleza competitiva en el campo sino también por el dramatismo al margen. Antes del partido, el delantero del Inter de Milán, Marcus Thuram, se sorprendió cuando hizo una declaración con el número ocho, apuntando a su ex compañero de equipo Ousmane Dembélé y al entrenador del PSG Luis Enrique. Esta declaración se difundió rápidamente en las redes sociales, provocando una ola de polémica entre los medios y los fanáticos.
Thuram, que jugó en equipos franceses como Guingamp y Mónaco, parecía querer llamar la atención con un discurso provocador. Aunque el contenido específico de la frase no ha sido revelado en detalle, muchas personas especulan que está relacionada con el estilo de entrenamiento de Enrique o con el rendimiento de Dembélé con la camiseta del PSG. Esta declaración pretendía calentar el ambiente antes del partido, pero se salió de control, provocando una reacción del equipo francés.
Poco después, el entrenador de la selección francesa, Didier Deschamps, respondió. En una entrevista breve pero clara, Deschamps no dudó en criticar la actitud de Thuram, subrayando que las declaraciones irreflexivas podrían afectar la solidaridad de la selección nacional. La respuesta de Deschamps es descrita como fuerte y hace que Thuram no pueda mantener la actitud difícil. Horas después, el delantero del Inter de Milán se disculpó públicamente en su página personal, admitiendo que su declaración fue inapropiada y expresó su respeto por Dembélé y Enrique.
Este incidente no sólo calentó el enfrentamiento entre el PSG y el Inter de Milán, sino que también planteó preguntas sobre el profesionalismo en el fútbol moderno. Algunos han sugerido que Thuram utilizó deliberadamente tácticas psicológicas para ejercer presión sobre su oponente, pero esta maniobra fracasó y lo convirtió en el foco de críticas. Mientras tanto, los fanáticos del PSG están indignados y afirman que las acciones de Thuram son una falta de respeto hacia su equipo.
En cuanto a Dembélé y Enrique, ambos optaron por guardar silencio sobre el escándalo, concentrándose en preparar el partido. Sobre el terreno de juego, el PSG demostró una fuerte determinación, mientras que el Inter de Milán, a pesar de tener la ventaja de jugar en casa, se enfrentó a una gran presión de la afición. Este incidente demuestra una vez más que el fútbol no es sólo una batalla en el campo, sino también un juego psicológico y de comunicación.