Lia Thomas, la nadadora transgénero que se convirtió en un pararrayos en el debate mundial sobre la equidad en los deportes femeninos, ha perdido oficialmente su batalla judicial para competir en los Juegos Olímpicos. Un fallo reciente ha confirmado las restricciones establecidas por World Aquatics, el órgano de gobierno internacional para nadar, prohíbe efectivamente a Thomas de la contención olímpica. Este desarrollo ha sido aclamado por los seguidores como una “victoria histórica para el deporte de las mujeres”, mientras que los críticos argumentan que marca un paso regresivo en la inclusión de atletas transgénero en el escenario mundial.

El caso se centró en el desafío de Thomas a la política de 2022 de World Aquatics que prohíbe a las mujeres transgénero competir en competiciones femeninas de élite si se someten a la pubertad masculina más allá de una determinada etapa. La política, instituida después del debate global y la revisión científica, se describió como un esfuerzo para preservar la equidad y la equidad fisiológica en la competencia de las mujeres. World Aquatics afirmó que la pubertad masculina confiere ventajas físicas permanentes, como una mayor capacidad pulmonar, mayor masa muscular y estructura esquelética, que no puede revertirse por completo a través de la terapia hormonal, creando un campo de juego desigual.

Thomas, quien nadó por la Universidad de Pensilvania y se convirtió en el primer atleta abiertamente transgénero en ganar un campeonato nacional de la División I de la NCAA, argumentó que la política era discriminatoria y violó sus derechos humanos. Ella presentó una apelación legal contra la decisión, tratando de anular la prohibición y la elegibilidad segura para la competencia olímpica. Sin embargo, el panel judicial que revisa el caso se puso del lado del órgano rector del deporte, dictaminando que la política estaba dentro de lo razonable y basado en preservar la integridad competitiva.
Para muchos defensores de los deportes femeninos, esta decisión marca un punto de inflexión. Las organizaciones, los atletas y los grupos feministas que durante mucho tiempo habían expresado su preocupación por la inclusión transgénero en categorías femeninas han celebrado el fallo como una victoria para las mujeres biológicas. Los destacados ex atletas y medallistas olímpicos han argumentado que mantener categorías basadas en el sexo es esencial para la competencia justa, señalando que los deportes de las mujeres fueron creados para dar a las mujeres un campo de juego nivelado, no una en la que deben competir contra las personas que se beneficiaron de la fisiología masculina durante años.
La reacción violenta a la participación de Thomas en los eventos de mujeres de la NCAA se había estado gestando mucho antes de este caso legal. Algunas competidores femeninas y sus familias expresaron su frustración por lo que vieron como una ventaja injusta. Mientras que Thomas cumplió con las políticas de la NCAA y el comité olímpico sobre los niveles hormonales en ese momento, muchos argumentaron que el cumplimiento no equivalía a la equidad. El caso destacó la creciente división entre los enfoques basados en la inclusión y los enfoques basados en la ciencia en la regulación de los deportes.
Los partidarios de Thomas argumentan que el fallo refuerza la exclusión y alimenta el estigma contra las personas transgénero. Señalan los desafíos psicológicos y sociales que enfrentan los atletas trans, argumentando que las prohibiciones de la manta ignoran la complejidad de la identidad de género y la transición médica. Muchas organizaciones de defensa LGBTQ+ han condenado la decisión como un paso atrás, alegando que socava el principio de igualdad de oportunidades y establece un precedente preocupante para otros deportes.
No obstante, World Aquatics ha señalado que está abierto a la inclusión a través de otras vías. La organización ha propuesto la creación de una “categoría abierta” en futuras competiciones, donde los atletas, independientemente de la identidad de género, pueden competir. Mientras todavía está en sus primeras etapas, esta propuesta es vista por algunos como un compromiso, un intento de ofrecer a los atletas transgénero una plataforma sin alterar las categorías femeninas existentes que muchos sienten que deben estar protegidas.
Thomas misma no ha emitido una declaración oficial después del fallo, pero a lo largo de su viaje, ha enfatizado la importancia de la visibilidad y la aceptación. Su historia la ha colocado en el centro de uno de los debates culturales y científicos más polémicos del deporte moderno. Ya sea visto como un pionero o como una figura controvertida, el caso de Thomas ha moldeado indeleblemente las políticas, la retórica y el futuro de la inclusión de género en el atletismo.
La decisión del Tribunal no es solo un golpe personal para Thomas, sino un mensaje claro de los niveles más altos de regulación deportiva: la justicia competitiva y la biología están teniendo prioridad sobre la identidad en la era actual de la gobernanza deportiva de élite. Por ahora, el camino hacia los Juegos Olímpicos permanece cerrado para Lia Thomas, no por quién es ella, sino por cómo los cuerpos deportivos globales han elegido definir y hacer cumplir la justicia en la competencia.
Esta decisión probablemente ecológica mucho más allá de la natación. A medida que más deportes revisan sus políticas en respuesta a presiones similares, el caso de Thomas puede convertirse en un punto de referencia de cómo los órganos rectores concilian los valores competitivos de equidad, inclusión y evidencia científica. Para algunos, es un hito para proteger el deporte de las mujeres. Para otros, es un marcado recordatorio de los desafíos que los atletas transgénero continúan enfrentando.