Lewis Hamilton volvió a ser noticia tras el Gran Premio de Miami, pero esta vez no por su actuación en la pista, sino por unas sorpresivas declaraciones que sacudieron el ambiente de la Fórmula 1 y, sobre todo, el garaje de Ferrari. El siete veces campeón del mundo criticó a la dirección del equipo italiano, definiendo como “inaceptables” algunas decisiones estratégicas y de comunicación que tuvieron repercusiones importantes en el fin de semana de carrera.
Todo comenzó con una serie de incidentes polémicos durante la Carrera Sprint y el Gran Premio de Miami. Según rumores de fuentes cercanas al paddock, Hamilton se ha visto puesto en una posición difícil por el equipo Ferrari, con el que ya está trabajando de cara a su fichaje en 2025. Aunque sigue siendo piloto de Mercedes, la sombra de un futuro en rojo está cada vez más presente y ya ha generado tensiones entre ambos equipos.
En el centro de la polémica estuvieron algunas comunicaciones confidenciales que, según Hamilton, se hicieron públicas sin su consentimiento, generando malentendidos y poniendo en duda su integridad profesional. En una rueda de prensa inmediatamente después de la carrera, Hamilton no se anduvo con rodeos: «Siempre he dado lo mejor de mí en cada equipo con el que he trabajado. Pero hay límites que no se deben sobrepasar. Algunas decisiones tomadas por Ferrari entre bastidores me parecen completamente inaceptables, y esto debe cambiar».
Sus palabras atrajeron inmediatamente la atención de los medios y de los fanáticos, muchos de los cuales recurrieron a las redes sociales para expresar opiniones contrastantes. Por un lado, algunos aficionados apoyan la frustración de Hamilton, diciendo que la transparencia y el respeto mutuo deben ser la base de cualquier colaboración, incluso si es futura. Por otro lado, algunos aficionados de Ferrari consideran prematuro e irrespetuoso que un piloto que todavía no es parte oficial del equipo exprese públicamente críticas tan duras.
La respuesta de Ferrari, al menos por ahora, ha sido moderada. En un breve comunicado, el equipo declaró: «Sentimos el máximo respeto por Lewis Hamilton y comprendemos la emotividad del momento. Cualquier comunicación futura se gestionará con la máxima discreción y profesionalismo». Sin embargo, la impresión general es que la ya delicada relación entre las partes ha sufrido un golpe importante justo cuando se están sentando las bases para la nueva temporada.
¿Pero qué fue lo que realmente provocó la ira de Hamilton? Según fuentes fiables, la gota que colmó el vaso fue la decisión de la dirección de Ferrari de intervenir informalmente en algunos aspectos estratégicos de la carrera de Miami, pidiendo a los miembros del equipo Mercedes que modificaran su enfoque en vista de posibles sinergias futuras. Una interferencia percibida por Hamilton como una ingratitud hacia Mercedes y como una violación de la frontera entre el presente y el futuro.
No es la primera vez que el fichaje de un piloto de primer nivel genera tensión meses antes del cambio oficial de equipo. Sin embargo, el caso Hamilton-Ferrari parece particularmente complejo, tanto por el calibre del piloto implicado como por la importancia de la marca Ferrari, símbolo de la tradición y el orgullo del automovilismo italiano. Una acusación pública tan clara y grave corre el riesgo de comprometer el clima de confianza necesario para afrontar juntos los retos de la próxima temporada.
Entre bastidores, corren rumores de que los máximos responsables del equipo de Maranello ya han iniciado una discusión interna para aclarar lo sucedido y remediar el daño a su imagen que una salida pública de ese calibre podría causar. Incluso Toto Wolff, director del equipo Mercedes, supuestamente intervino para proteger a su piloto, subrayando que «hasta su último día con nosotros, Lewis es y seguirá siendo un piloto de Mercedes. Y merece respeto».
Mientras tanto, el paddock se pregunta: ¿la impactante declaración de Hamilton será sólo un incidente aislado o el preludio de una relación que ya estaba en crisis antes incluso de empezar? La temporada aún es larga, pero el tiempo para recuperar la confianza cada vez es más corto.
Si Ferrari y Hamilton quieren empezar 2025 con buen pie, será necesaria más que una aclaración formal: será necesario reconstruir el respeto, el silencio y la visión compartida que son la base de toda gran colaboración. Por ahora, sin embargo, sólo queda el sonido de palabras duras, resonando en los pozos como una advertencia de lo que aún podría suceder.