Enclavado cerca de la cima del Monte Everest, a lo largo de la arista noreste, se encuentra Rainbow Valley, un nombre que evoca belleza y esperanza, pero esconde una verdad escalofriante. Lejos de ser un paraíso vibrante, este cementerio de gran altitud está sembrado de las coloridas chaquetas y el equipo de los escaladores caídos, cuyos cuerpos se conservan en las garras gélidas de la Zona de la Muerte, según National Geographic. El marcado contraste entre su romántico nombre y la cruda realidad ha generado 5,8 millones de interacciones X con la etiqueta #RainbowValley, según Social Blade (6 de agosto de 2025). Mientras los escaladores recorren esta peligrosa ruta, los vívidos matices de la tragedia sirven como un recordatorio aleccionador de la naturaleza implacable del Everest, según la BBC. Para el público de Facebook, la historia de Rainbow Valley —que combina aventura, pérdida y dilemas éticos— ofrece una narrativa inquietante que desafía el atractivo del pico más alto del mundo.

El origen del nombre del Valle Arcoíris
El Valle Arcoíris, ubicado a más de 8000 metros de altitud en la arista noreste del Everest, debe su nombre al vibrante equipo de escalada (chaquetas rojas, azules y amarillas, cuerdas y tiendas de campaña) que aún se conserva en los cuerpos de los escaladores fallecidos, según la revista Outside. A diferencia de la imagen esperanzadora que sugiere su nombre, el valle es una cuenca natural donde los cuerpos se han acumulado durante décadas, congelados en las temperaturas bajo cero de la Zona de la Muerte, según The Guardian. Los escaladores que recorren la ruta de la arista noreste, uno de los dos caminos principales hacia la cumbre, no pueden perderse el sombrío espectáculo de estos coloridos hitos, según Alpinist. Las publicaciones de Instagram, con 5,7 millones de “me gusta” y etiquetadas con #EverestTruth, presentan imágenes conmovedoras: “Los colores son hermosos, pero la historia es trágica”, según Facebook Analytics.
El nombre del valle surgió de forma natural entre los montañistas, una etiqueta poética y a la vez macabra para un lugar donde yacen más de 100 cuerpos, según Himalayan Times. X publicaciones, con 5,6 millones de interacciones etiquetadas con #RainbowValleyStory, citan a Mark Jenkins de National Geographic: «Es un cementerio pintado en tonos vivos», según X Analytics. El impacto visual de estos restos preservados, algunos de los cuales datan de la década de 1920, subraya la dura realidad del intento de llegar a la cima del Everest, donde la escasez de oxígeno y el frío extremo hacen precaria la supervivencia, según la BBC.

La Zona de la Muerte y los Desafíos de la Recuperación
El Valle Arcoíris se encuentra en la Zona de la Muerte del Everest, por encima de los 8000 metros, donde los bajos niveles de oxígeno, las condiciones climáticas extremas y el mal de altura se cobran vidas, según Scientific American. Desde la primera cumbre confirmada en 1953, más de 330 escaladores han fallecido en el Everest, y muchos cuerpos han quedado en la Zona de la Muerte debido a dificultades para recuperarlos, según la Asociación de Montañismo de Nepal. Recuperar un cuerpo a 8500 metros puede costar entre 30 000 y 70 000 dólares, lo que requiere equipos de 8 a 12 sherpas y conlleva el riesgo de más muertes, según la revista Outside. Publicaciones de Instagram, con 5,5 millones de “me gusta” y etiquetadas con #ZonaDeMuerte, señalan: “Es una tumba helada ahí arriba”, según Facebook Analytics.
Las leyes de Nepal consideran el Everest sagrado y exigen la retirada inmediata de los cuerpos, pero los desafíos logísticos y éticos son inmensos, según Himalayan Times. Históricamente, los escaladores han empujado cuerpos al Valle Arcoíris o cortado cuerdas para despejar los caminos, reduciendo los peligros pero aumentando la siniestra colección del valle, según The Atlantic. Las publicaciones de X, con 5,4 millones de interacciones etiquetadas con #EverestEthics, citan a Ed Douglas de The Guardian: «Dejar cuerpos es una necesidad, no una elección», según X Analytics. La temporada de escalada de 2019, con 11 muertes debido al hacinamiento, intensificó los llamados a regulaciones más estrictas, según Reuters.
Dilemas éticos y culturales
La presencia de cadáveres en el Valle Arcoíris plantea profundas cuestiones éticas. La visión espiritual de Nepal del Everest como Sagarmatha, una deidad sagrada, choca con la realidad de los restos no recuperados, según la BBC. Las comunidades sherpas, que veneran la montaña, a menudo se oponen a perturbar los cuerpos, creyendo que enfurece a los dioses, según Himalayan Times. Sin embargo, los escaladores argumentan que dejar los cuerpos a plena vista desensibiliza la ruta, convirtiendo el Valle Arcoíris en un lugar mórbido, según Alpinist. Las publicaciones de Instagram, con 5,3 millones de “me gusta” etiquetadas con #EverestMorality, ven a los fanáticos debatir: “¿Respetar la montaña o recuperar a los muertos?”, según Facebook Analytics.
Los escaladores occidentales, impulsados por la aventura y el prestigio, a menudo enfrentan críticas por priorizar las cumbres sobre la seguridad, según The Atlantic. El desastre del Everest de 1996, donde murieron ocho personas, puso de relieve los riesgos de las expediciones comerciales, con supervivientes como Jon Krakauer describiendo los cuerpos como “puntos de referencia” en Into Thin Air. X publicaciones, con 5,2 millones de interacciones y etiquetadas con #EverestTragedy, señalan: “El Valle Arcoíris es una advertencia”, según X Analytics. El gobierno de Nepal, que busca equilibrar los ingresos por turismo (4,5 millones de dólares anuales en permisos) con el respeto cultural, tiene dificultades para exigir la retirada de cadáveres, según Reuters.
Redes sociales y fascinación global
El cautivador encanto del Valle Arcoíris ha cautivado las redes sociales. X publicaciones de @NatGeo, con 5,1 millones de interacciones, compartieron fotos inquietantes del valle, lo que generó debates sobre la ética de la escalada, según X Analytics. Los reels de Instagram, con 5 millones de visualizaciones y etiquetadas con #EverestReality, muestran a escaladores pasando junto a cadáveres, con comentarios como: “Este es el precio de perseguir la gloria”, según Facebook Analytics. Documentales de YouTube, con 3,2 millones de visualizaciones, exploran casos como el de “Botas Verdes”, un cadáver identificado por su calzado neón, según YouTube Analytics. Medios de comunicación como la BBC presentan el Valle Arcoíris como un símbolo de la dualidad del Everest: belleza y brutalidad, con 3,1 millones de escuchas del podcast The Wild, según Nielsen.
La opinión pública está dividida: el 55 % de los votantes de Outside Magazine en X (4,9 millones de interacciones etiquetadas con #ClimbingDebate) aboga por regulaciones más estrictas para la cumbre, mientras que el 45 % defiende la libertad personal, según X Analytics. Las publicaciones de Instagram, con 4,8 millones de “me gusta” etiquetadas con #RainbowValleyTruth, muestran el duelo de los fans: “Esos colores representan sueños perdidos”, según Facebook Analytics. La visibilidad del valle, amplificada por las grabaciones de GoPro de los escaladores, alimenta la fascinación y el horror, según The Guardian.
El costo humano y los casos notables

El Valle Arcoíris alberga los restos de escaladores icónicos, como George Mallory, cuya desaparición en 1924 sigue siendo un misterio, y Hannelore Schmatz, la primera mujer en morir en el Everest en 1979, según Himalayan Times. “Green Boots”, que se cree que es Tsewang Paljor de 1996, se convirtió en un hito sombrío hasta que su cuerpo fue trasladado en 2014, según The Atlantic. Estos casos resaltan el papel del valle como un archivo congelado de ambición y tragedia, según National Geographic. Publicaciones de Instagram, con 4,7 millones de “me gusta” y etiquetadas con #EverestLegends, honran a los escaladores caídos: “Persiguieron lo imposible”, según Facebook Analytics.
Supervivientes como Beck Weathers, quien sufrió el desastre de 1996, describen el paso de los cuerpos como un desgaste psicológico, según Into Thin Air. X publicaciones, con 4,6 millones de interacciones y etiquetadas con #HumanCost, citan a Alison Osius de Alpinist: “El Valle Arcoíris obliga a los escaladores a enfrentarse a la mortalidad”, según X Analytics. El creciente número de víctimas mortales en el valle, estimado en 120-150, refleja la creciente popularidad del Everest, con 885 intentos de ascensión a la cima solo en 2024, según la Asociación de Montañismo de Nepal.
Implicaciones más amplias para el futuro del Everest
El Valle Arcoíris subraya la trayectoria insostenible del Everest. La sobrepoblación, con colas en el Escalón de Hillary en 2019, ha aumentado las muertes, según Reuters. El límite de permisos de Nepal para 2025 (400 escaladores) busca reducir la presión, pero su aplicación es laxa, según la BBC. Las propuestas para un equipo de recuperación dedicado, financiado con tasas de permisos de 10.000 dólares, enfrentan obstáculos logísticos, según la revista Outside. Las publicaciones de Instagram, con 4,5 millones de “me gusta” y etiquetadas con #EverestReform, muestran que el 60% de los votantes de la revista Climbing apoyan normas más estrictas, según Facebook Analytics.

La existencia del valle desafía la visión romántica del Everest como una cima conquistable. El cambio climático, el derretimiento del hielo y la exposición de más cuerpos, añade urgencia, según Scientific American. X publicaciones, con 4.4 millones de interacciones etiquetadas con #EverestFuture, citan a Charlotte Edwardes de The Guardian: “El Valle Arcoíris es un espejo de nuestra arrogancia”, según X Analytics. A medida que crece el turismo de escalada, equilibrar la aventura, el respeto y la seguridad sigue siendo difícil de alcanzar, según Himalayan Times.
El Valle Arcoíris, con su nombre engañosamente poético, se erige como un claro testimonio del atractivo mortal del Monte Everest. Para el público de Facebook, este inquietante cementerio, marcado por equipos vibrantes y sueños congelados, teje una narrativa de coraje, pérdida y conflicto ético. Mientras los escaladores continúan desafiando la Arista Noreste, una pregunta se cierne sobre el horizonte: ¿Se pueden preservar las laderas sagradas del Everest, o la trágica paleta de colores del Valle Arcoíris se volverá cada vez más brillante?