En el vasto e implacable desierto del Sahara, una de las regiones más misteriosas del planeta, una serie de descubrimientos realizados en la década de 1920 ha vuelto a captar la atención de investigadores y entusiastas de lo desconocido. Durante una expedición arqueológica francesa en el suroeste de Argelia, los exploradores documentaron una serie de hallazgos que aún no tienen una explicación clara: figuras humanoides de proporciones inusuales, grabados rupestres con formas tecnológicas para la época y restos de estructuras que no encajan en ninguna cultura conocida.
Los relatos originales, escritos en cuadernos y diarios de campo entre 1921 y 1928, fueron en gran medida ignorados o archivados durante décadas, considerados demasiado “fantásticos” como para ser tomados en serio por la comunidad académica. Sin embargo, una digitalización reciente de estos documentos ha revelado detalles inquietantes. Describen cómo los arqueólogos encontraron pinturas en las paredes de cuevas que representaban seres altos con cabezas grandes, ojos almendrados y lo que parecían ser trajes espaciales. Algunos portaban objetos en las manos que parecían antenas o herramientas energéticas.
Además, cerca de la región de Tassili N’ajjer, los exploradores descubrieron “plataformas de piedra”, dispuestas con precisión geométrica y alineadas con las estrellas. Estas plataformas no estaban relacionadas con ningún asentamiento conocido miles de años antes de Cristo y eran sorprendentemente antiguas. ¿Quién las construyó? ¿Y por qué su arquitectura parece desafiar la lógica de las sociedades neolíticas primitivas?
El elemento más inquietante se presentó en forma de un cilindro metálico semi-retorcido en la arena, descrito en los informes como “frío al tacto, imposible de abrir y que emitía una leve vibración”. Aunque fue transportado a Argel para su análisis, desapareció misteriosamente durante el transporte y nunca más se le volvió a ver. Esta desaparición solo alimentó las teorías conspirativas que desde entonces han girado en torno a una posible conexión extraterrestre con las culturas del Sahara.
Varios expertos en paleoarqueología han reanalizando grabados rupestres, sugiriendo que podrían ser representaciones simbólicas, pero otros investigadores independientes creen firmemente que estos descubrimientos evidencian una presencia extraterrestre en la antigüedad. A pesar de la falta de pruebas concluyentes, la hipótesis de los “exastronautas” sigue ganando terreno en ciertos círculos.
Hoy, el desierto del Sahara permanece en silencio, pero bajo sus dunas podría yacer una historia alternativa de la humanidad, una que conecta nuestro pasado más remoto con lo que la ciencia ficción creía hasta ahora. Las anomalías descubiertas en la década de 1920 no han sido olvidadas, y quizás esperemos que el Sahara al menos nos revele un secreto más enterrado en el tiempo.