CINCINNATI, agosto 2025. Lo que debía ser un partido de tenis de exhibición cargado de nostalgia y técnica, se transformó en un episodio inolvidable en la historia del Abierto de Cincinnati. Adriano Panatta, leyenda del tenis italiano, sorprendió al público y a los medios con una declaración tan inesperada como explosiva: “¿De verdad son así los españoles?”
El comentario llegó en el primer set de su duelo contra Jannik Sinner, quien había aceptado enfrentarse al veterano en un encuentro especial que mezclaba la tradición con el presente del tenis. Panatta, que a sus casi 75 años aún conserva la elegancia de sus mejores días en Roland Garros, estaba protagonizando un arranque sorprendente: ganaba 5-0, imponiendo un juego preciso y cargado de experiencia, frente a un Sinner visiblemente incómodo.
El detalle que nadie pasó por alto fue que Sinner arrastraba molestias físicas. El joven número uno italiano, que pocos días antes había protagonizado la final real contra Carlos Alcaraz, no se encontraba en plenitud. Cada movimiento parecía pesado, y su revés carecía de la fluidez habitual.
Fue entonces cuando ocurrió lo impensado. Panatta, consciente de la situación, se acercó a la red, levantó la mano y detuvo el partido. El público quedó en silencio, confundido. El árbitro miraba incrédulo. Y Panatta, con un gesto solemne, pronunció esas palabras que resonaron en todo el estadio:
—“¿De verdad son así los españoles?”
Nadie entendió de inmediato el significado. ¿Se refería a Alcaraz, al público español, o a una manera de competir? La frase quedó suspendida en el aire, abriendo un mar de interpretaciones.
El público, dividido entre aplausos tímidos y abucheos, comenzó a murmurar. Algunos lo vieron como una crítica encubierta hacia la agresividad competitiva de Carlos Alcaraz en la final de días antes, donde Sinner se había retirado por problemas físicos con un doloroso 0-5 en contra. Otros pensaron que Panatta había querido lanzar un dardo cultural, quizás malinterpretado por la tensión del momento.
Sea cual fuere la intención, lo cierto es que la declaración encendió un debate inmediato en las redes sociales. El hashtag #SonAsíLosEspañoles se convirtió en tendencia mundial en cuestión de minutos, con usuarios defendiendo o atacando las palabras del ex campeón italiano.
La escena alcanzó su clímax cuando, después de la interrupción, los organizadores ofrecieron un micrófono a Jannik Sinner. El joven, con gesto serio y visible cansancio físico, subió al pequeño podio improvisado a un costado de la cancha.
Todos esperaban una respuesta dura, un contraataque verbal que devolviera el golpe. Sin embargo, Sinner optó por la vía más inesperada: la calma absoluta. Con voz firme y un italiano matizado de inglés, pronunció una declaración de exactamente 15 palabras que dejó al público y al propio Panatta en silencio absoluto:
“El respeto en el tenis no depende del país, sino del corazón de cada jugador.”
La ovación fue inmediata, ensordecedora. La frase, sencilla pero cargada de significado, no solo defendió implícitamente a Carlos Alcaraz y al público español, sino que elevó la conversación a un terreno universal: el respeto como valor intrínseco del deporte.
Las cámaras enfocaron a Panatta, que esbozó una sonrisa irónica antes de aplaudir lentamente. Su gesto, mezcla de orgullo y rendición, terminó por ganarse a la multitud. Lo que pudo haber sido un escándalo terminó transformándose en una de las imágenes más poderosas del torneo.
En redes sociales, figuras del deporte y ex tenistas se pronunciaron rápidamente. Rafael Nadal comentó en X (antes Twitter): “El tenis es grande por gestos así. Orgulloso de ver a Sinner defender los valores que compartimos.”
Mientras tanto, algunos periodistas españoles criticaron duramente la frase inicial de Panatta, calificándola de innecesaria y provocadora.
Aunque oficialmente el encuentro no formaba parte del cuadro principal, sino de un evento especial paralelo al Masters 1000 de Cincinnati, la escena quedó grabada en la memoria de miles de espectadores. Muchos se preguntan hasta qué punto Panatta buscaba provocar o simplemente dramatizar un gesto de fair play.
Lo cierto es que el episodio combinó perfectamente la dureza competitiva del tenis con el teatro humano que siempre lo ha acompañado. Panatta, fiel a su estilo polémico, abrió un debate que trascendió lo deportivo. Y Sinner, con solo quince palabras, logró convertir la tensión en un momento de unidad y respeto.
Esa noche, las portadas de los periódicos deportivos italianos y españoles no hablaban del resultado del partido, sino de la frase de Panatta y la respuesta de Sinner. El tenis, una vez más, demostró ser mucho más que raquetas y pelotas: es un escenario donde se reflejan las pasiones, los choques culturales y, sobre todo, la grandeza de quienes saben mantener la calma en medio de la tormenta.
Y mientras la multitud abandonaba el estadio de Cincinnati, un murmullo recorría las gradas: “¿De verdad son así los españoles?” Una pregunta que Panatta lanzó con fuerza, pero que Sinner respondió con sabiduría, dejando al mundo entero sin palabras.