Canelo Álvarez: De campeón del boxeo a arquitecto de un imperio empresarial en México
Saúl “Canelo” Álvarez ya no solo es sinónimo de puños de acero y victorias en el cuadrilátero. El boxeador más famoso de México, con una fortuna estimada en 275 millones de dólares, ahora apunta mucho más alto: quiere convertirse en el primer boxeador mexicano en alcanzar la categoría de multimillonario. Y no lo hará solo con los guantes puestos, sino como arquitecto de un imperio empresarial que crece cada día en su país natal.
En las afueras de Guadalajara, en un rancho donde los caballos galopan y los pavos reales saludan a los visitantes, Canelo planea su nueva vida. A sus 33 años, tras casi dos décadas de sacrificios y gloria sobre el ring, el campeón absoluto de las 168 libras ha decidido diversificar su destino. Ya no pelea solo por dinero; ahora, pelea por un legado.
El ascenso de un guerrero
Nacido en una familia humilde de Juanacatlán, Jalisco, Canelo aprendió desde niño el valor del esfuerzo. Vendía helados junto a su padre en los autobuses públicos y, a los siete años, ya mostraba su instinto para los negocios y la pelea, defendiendo su cabello rojo de las burlas de otros niños. Inspirado por su hermano mayor, se enamoró del boxeo y, con apenas 15 años, debutó profesionalmente.
Hoy, con 60 peleas, 57 victorias (39 por nocaut) y solo una derrota, Canelo es una leyenda viva. Ha enfrentado a los mejores del mundo, desde Floyd Mayweather Jr. hasta Gennady Golovkin, y ha construido una base de seguidores que supera los 16 millones solo en Instagram. Sus combates llenan estadios y generan cifras millonarias en ventas de boletos y pay-per-view.
Más allá del ring: el empresario Canelo
Pero Canelo no se conforma con ser el rey del boxeo. En los últimos años, ha invertido en estaciones de servicio (Canelo Energy), tiendas de conveniencia (Upper), una marca de cócteles en lata (VMC), una aplicación de fitness, moda, restaurantes y hasta en el sector inmobiliario. Todo bajo el sello de su apodo, que ya es una marca global.
A diferencia de otros deportistas, Canelo no busca acuerdos publicitarios fáciles. Prefiere construir empresas propias, controlando cada detalle y reinvirtiendo sus ganancias. “No lucho por dinero, lucho por pasión y por inspirar a otros”, afirma. Su disciplina es tal que incluso entrenó durante su luna de miel, y su tatuaje “No Boxing, No Life” en el brazo lo dice todo.
El reto de ser multimillonario
Convertirse en multimillonario no es tarea sencilla, especialmente en México, donde la competencia en sectores como el combustible y el retail es feroz. Pemex y OXXO dominan, y abrir una nueva gasolinera puede costar hasta dos millones de dólares. Sin embargo, Canelo apuesta por la calidad y la experiencia del cliente, diferenciando sus negocios con detalles únicos, como baños impecables y productos exclusivos.
Además, la expansión de su marca de cócteles VMC a Estados Unidos y la diversificación en el sector alimenticio muestran su visión a largo plazo. “Quiero que mi historia inspire a los niños que, como yo, empezaron sin nada”, dice Álvarez, quien nunca olvida sus raíces.
Un legado en construcción
Más allá de las cifras, Canelo representa el sueño mexicano: el de quien, con trabajo y determinación, puede romper cualquier techo de cristal. Sus empresas aún generan ingresos modestos comparados con gigantes internacionales, pero su crecimiento es constante y su imagen sigue siendo un imán para inversores y consumidores.
Mientras otros deportistas se conforman con contratos publicitarios, Canelo quiere dejar huella como empresario. Superar la barrera del billón de dólares será difícil, pero si alguien puede lograrlo, es el hombre que nunca se rinde.
En cada golpe, cada inversión y cada nuevo proyecto, Canelo Álvarez demuestra que el verdadero campeón no solo se mide por los títulos, sino por el impacto que deja fuera del ring. El sueño del niño pelirrojo de Jalisco está más vivo que nunca: conquistar el mundo, una empresa a la vez.
