Debajo de la antigua ciudad maya de Dos Pilas, en el norte de Guatemala, los arqueólogos recientemente hicieron un sombrío descubrimiento que revela los longitudes a los que haría los mayas para curar el favor de los dioses en la cosecha. En lo profundo de una cueva inundada conocida (apropiadamente) como Cueva de Sanzre, o “la cueva de la sangre”, los arqueólogos descubrieron cientos de huesos humanos fragmentados, muchos de los cuales llevaban marcas inconfundibles de ataques violentos (muchos fueron literalmente picados en pedazos). La naturaleza de los restos sugirió claramente que se habían producido sacrificios rituales de los seres humanos, que aparentemente tuvieron lugar hace casi 2.000 años.

La cueva de la sangre es parte de una red de cámaras subterráneas ubicadas debajo de Dos Pilas, que se mapeó por primera vez a principios de la década de 1990. Se remonta a entre 400 aC y 250 dC, las cuevas fueron utilizadas por los mayas en tiempos de prosperidad. Parece que Cueva de Sagre estaba reservado para los ritos de sacrificio vinculados al cambio estacional y las actividades agrícolas. La bioarqueóloga Michele Bleuze de la Universidad Estatal de California, Los Ángeles, señaló un hecho intrigante sobre los restos descubiertos hasta ahora: “El patrón emergente que estamos viendo es que hay partes del cuerpo y no cuerpos. En maya ritual, las partes del cuerpo son tan valiosas como todo el cuerpo”.
Esta fragmentación, creen los investigadores, es fundamental para comprender el propósito de la cueva. Los huesos se encontraron acostados abiertamente en la superficie del piso de la cueva, no enterrados como en los contextos funerarios tradicionales. La presencia de ocre rojo, un pigmento utilizado en muchos rituales antiguos y las palas de obsidiana, un vidrio volcánico agudo favorecido en las ceremonias mayas, respalda la teoría de que Cueva de Sanzre no era una tumba sino un sitio sagrado donde los sacrificios de sangre se realizaban con frecuencia.
La condición física de los huesos proporciona evidencia indiscutible de violencia ceremonial. La antropóloga forense Ellen Fricano de la Universidad Oeste de Ciencias de la Salud examinó las lesiones esqueléticas y señaló múltiples casos de trauma infligidos en el momento de la muerte. Estos incluyen marcas de fuerza afilada en un fragmento de frente, probablemente hechas con una cuchilla biselada y un corte similar en el hueso de la cadera de un niño. La elección y la precisión de las herramientas sugieren desmembramiento intencional en lugar de violencia aleatoria o heridas de batalla. “Hay algunas líneas de evidencia que solíamos determinar que esto era más probable que fuera un sitio ritual que no”, explicó Fricano.
Junto con los cortes y fracturas, la disposición espacial de los huesos parece deliberada. En una cámara, se descubrieron cuatro gorras de cráneo apiladas cuidadosamente, lo que indica que los restos se manejaron cuidadosamente y mostraban como parte de los rituales que estaban teniendo lugar. El diseño de la cueva también proporciona un contexto importante. Accesible solo por una abertura estrecha que conduce a un pasaje bajo y luego se abre a una piscina de agua, Cueva de Sanzre se habría inundado la mayor parte del año. La estación seca, aproximadamente entre marzo y mayo, fue probablemente la única vez que se podía llegar al sitio.
Este momento puede ser clave para comprender el propósito de los sacrificios. El día de la Santa Cruz, celebrado el 3 de mayo y aún observado por algunas comunidades mayas modernas, ocurre justo antes de que comiencen las lluvias anuales, que involucran visitas a cuevas para solicitar lluvia y éxito agrícola. Tales actos de sacrificio realizados en Cueva de Sagre podrían haber sido un medio para apaciguar al Dios de la lluvia maya, Chaac, asegurando su favor para una temporada fructífera por delante.

Los descubrimientos de artefactos y restos esqueléticos relacionados con el sacrificio humano no son inusuales en los sitios arqueológicos mayas. Sin embargo, los hallazgos en Cueva de Sanzre proporcionan una demostración especialmente vívida y bien conservada de cómo los rituales de sacrificio se organizaron y ejecutaron en la cultura maya antigua. La distinción entre el entierro y el espacio de sacrificio es primordial; Si bien los entierros mayas fueron generalmente respetuosos, los sacrificios eran performativos, destinados a provocar respuestas específicas de una o más deidades.
Los huesos expuestos, los signos de trauma y los objetos rituales pintan una imagen inquietante de una ceremonia que, aunque violentas y impactantes, tenía como objetivo asegurar un resultado positivo para el pueblo maya. Los investigadores enfatizan que queda mucho trabajo en los restos esqueléticos. El análisis de ADN antiguo y las pruebas isotópicas están en marcha para ayudar a determinar los orígenes, la salud y las relaciones de los sacrificados.
Como señala Bleuze, “en este momento, nuestro enfoque está en quién son estas personas depositadas aquí, porque son tratadas de manera completamente diferente a la mayoría de la población”. Si bien el desmembramiento de los cadáveres puede parecer brutal desde una perspectiva moderna, se realizó en un contexto considerado sagrado en la antigua sociedad maya, donde la prosperidad estaba estrechamente vinculada a estas prácticas.