Esta semana tuvo lugar un momento en movimiento en un hospital en Utrecht que nadie olvidará pronto. Daan, de once años, un niño valiente que sufre de un tumor cerebral malvado, tuvo un último deseo: una breve conversación con su gran héroe, el campeón de la Fórmula 1, Max Verstappen. Lo que siguió, excedió todas las expectativas de su familia, el personal del hospital e incluso el propio verstapelado.
Daan ha sido tratamiento desde que fue noveno. Sus días consisten en quimioterapia, operaciones y mucho tiempo en la cama. Pero lo que lo mantuvo fue su amor incondicional por la Fórmula 1. Su habitación estaba llena de carteles de Max, y cada raza parecía fielmente, sin importar cuán enfermo se sintiera. Según su madre, Max Verstappen era “la única razón por la que a veces sonrió”.
Cuando la última Fundación de Wen le preguntó qué quería hacer, inmediatamente respondió: “Quiero hablar a Max Verstappen. Incluso si es solo un minuto”. La fundación no dudó por un momento y contactó al equipo de Verstappen. En unas pocas horas ya había una respuesta: Max no solo quería llamar, quería venir personalmente.
Al día siguiente, apareció un sorprendente autobús Red Bull frente al hospital. Las enfermeras y los pacientes vinieron a ver con curiosidad, y para su sorpresa, Max Verstappen salió. En sus manos llevaba un casco de carreras firmado y una camisa Red Bull, especialmente para Daan.
Cuando entró en la habitación de Daan, el niño no podía creer sus ojos. Susurró suavemente: “¿Es verdad?” Max asintió, se sentó a su lado y comenzó a hablar con él en silencio. La conversación fue sobre las carreras, los circuitos, pero también sobre el coraje y la perseverancia. Max contó lo valiente que encontró a Daan, y que él mismo estaba nervioso por encontrarse con él.
Juntos jugaron una ronda en un simulador de carreras, e incluso a Daan se le permitió establecer el casco que Max trajo. El personal del hospital observó emocionalmente. Algunos pidieron una lágrima. Según una enfermera, fue “el mejor momento que hemos experimentado aquí”.
Cuando Max se despidió, dijo: “Eres más fuerte que nadie en la red. Eres el verdadero campeón”. Prometió que si Daan alguna vez se sintiera lo suficientemente bien, personalmente lo invitaría a una carrera de Fórmula 1.
La familia Van Daan apenas pudo expresar su gratitud. En un momento de tristeza e incertidumbre había una alegría tan pura. “Nunca olvidará esto de nuevo”, dijo su padre. “Y nosotros tampoco”.