Después de siglos de especulación, teorías más o menos creíbles y, a veces, análisis científicos contradictorios, el velo finalmente parece ser levantado en uno de los mayores misterios en la historia de la humanidad: la muerte del faraón Tutankamon. Casi 3.000 años después de su desaparición, un equipo internacional de egiptólogos y especialistas en medicina legal acaba de publicar un estudio abrumador que ofrece, por primera vez, una explicación coherente, documentada y aterradora de la muerte prematura del joven rey.

Tutankhamon, montado en el trono a la edad de 9 años y murió solo diez años después, con solo 18 o 19 años, ha fascinado durante mucho tiempo investigadores. ¿Se murió de un accidente? De una enfermedad? ¿Asesinado? Desde el descubrimiento de su tumba en 1922 por Howard Carter, miles de libros, programas y documentales han tratado de dilucidar este enigma. Sin embargo, hasta hoy, no se había encontrado un consenso científico.

Pero los recientes análisis genéticos y tomográficos llevados a cabo por la Universidad de Louxor, en colaboración con investigadores alemanes y japoneses, han traído una nueva lectura de los resultados médicos que se remontan a más de una década. Gracias a una tecnología de reconstrucción 3D del esqueleto y al tejido del faraón, los investigadores pudieron detectar una serie de anomalías hasta ahora descuidadas. Y lo que descubrieron es frío en la parte de atrás.

A diferencia de las hipótesis antiguas que evocaban una simple fractura de piernas o una enfermedad genética relacionada con la consanguinidad, los investigadores avanzan hoy en día una combinación de causas: Tutankhamon habría sufrido un shock violento, probablemente una caída de caracteres, que habría roto la cadera izquierda y causado una hemorragia interna masiva. Pero eso no es todo. El equipo afirma casi con certeza que en el momento del accidente, el joven rey ya estaba extremadamente debilitado por una forma rara de malaria cerebral, confirmada por la presencia de ADN de ADNPlasmodium falciparumEn sus telas momificadas.
Sin embargo, lo más inquietante en este caso sigue siendo lo que los expertos llaman “ensayo funerarios”: según las pistas encontradas en la tumba y los textos funerarios recientemente repletos, Tutankamon habría sido consciente, o al menos, su propia muerte violenta. Algunos jeroglíficos que se encuentran en el muro occidental de la tumba revelan oraciones inusuales, donde el rey implora a los dioses que “rompan el fuego del fuego” y que “desagüe los lazos de la caída”. Expresiones misteriosas que, según los egiptólogos, podrían referirse a una caída de caracteres o a una muerte anticipada.
Aún más preocupante: las inscripciones en el sarcófago secundario se refieren a una “repetición sagrada del destino”, una expresión que nunca antes había visto en otras tumbas reales. Los expertos creen que podría ser un ritual destinado a preparar al rey para vivir su muerte una y otra vez, a través de los siglos, como una especie de castigo divino o maldición familiar.
Estas nuevas revelaciones han tenido una bomba en la comunidad científica y al público en general. Algunos ya están hablando de un “punto sin retorno” en nuestra comprensión de la historia faraónica. El estudio, publicado enAntigüedad de la naturaleza, ha sido consultado más de 10 millones de veces en menos de 48 horas, un registro absoluto para la publicación científica sobre el antiguo Egipto.
Mientras que los visitantes acuden en masa al Gran Museo Egipcio en El Cairo, donde ahora descansa el cuerpo del joven faraón, una pregunta ahora se cierne sobre los labios de todos: ¿era Tutankhamon la víctima de un accidente, una enfermedad … o un destino que no podía, lo que sea que haga, escapar? De todos modos, la verdad ahora revelada parece confirmar una cosa: incluso después de 3.000 años, el reinado rey-hijo continúa sacudiendo el mundo moderno.