Es un descubrimiento arqueológico que desafía la comprensión y el trastorno de las cerdas entre los científicos. En una región remota en el sur de Polonia, los arqueólogos han descubierto recientemente un antiguo cementerio que contiene alrededor de veinte esqueletos humanos … pero con una peculiaridad que congela la sangre: cada uno de ellos tenía el cráneo cuidadosamente entre las piernas.

El sitio, aproximadamente fechado entre los siglos XII y XIV, se encuentra al borde de una antigua aldea medieval desapareció desde hace mucho tiempo de las cartas. Las primeras excavaciones sugirieron un cementerio rural clásico, hasta que un equipo de investigadores observa el extraño arreglo de varios esqueletos. Al continuar el trabajo, rápidamente se dan cuenta de que el fenómeno no era accidental, sino voluntario y sistemático.

Lo que los expertos perturban particularmente es la precisión de la colocación: los cráneos no están rotos ni se arrojan al azar. Descansan limpiamente entre las piernas de las piernas, como si fuera un ritual perfectamente codificado. Algunos esqueletos están orientados hacia el este, otros hacia el oeste, pero todos comparten esta misma singularidad macabra.

Las hipótesis se están multiplicando. Algunos avanzan la idea de los ritos funerarios anti-vampiros. En Europa del Este, de hecho, hay cuentas antiguas en las que los muertos sospechosos de poder volver a perseguir a los vivos. Colocar el cráneo entre las piernas evitaría, según estas creencias, el espíritu de encontrar su cuerpo o caminar nuevamente. Pero este ritual a menudo se aisló en casos especiales, mientras que en este cementerio, parece haberse aplicado a todos los fallecidos.

Otros investigadores evocan una secta religiosa desaparecida, cuyas prácticas habrían divergido de costumbres cristianas dominantes radicalmente de la época. Algunos símbolos grabados en piedras cercanas a los entierros se parecen vagamente a cruces invertidos o figuras circulares inexplicables. ¿Un culto olvidado? Una forma de exclusión social? Interpretaciones divergen.
El análisis de ADN de los huesos está en marcha, pero las primeras estimaciones revelan que los individuos eran jóvenes, en su mayoría hombres, y no presentaban rastros obvios de muerte violenta. No se encontraron joyas, no se encontró una oferta clásica en las tumbas, fortaleciendo aún más el misterio. Este silencio arqueológico: la ausencia de objetos, escritos, trazas claras, es casi tan hablando como los esqueletos mismos.
Este tipo de descubrimiento relanza los debates sobre las áreas grises de nuestra historia medieval. ¿Qué creencias se borraron de los libros? ¿Qué rituales hemos olvidado o censurado voluntariamente? ¿Y por qué un pueblo entero habría adoptado tal modo de entierro, sin dejar atrás la más mínima traza escrita?
Algunos residentes de la región, muy marcados por esta revelación, ya evocan leyendas antiguas, transmitidas oralmente por las generaciones. Uno de ellos cuenta la historia de un “pasador del alma” que vino a castigar a los que desafiaron las leyes divinas. Este último habría sido enterrado “la cabeza cortada de su pecado”, según una vieja expresión local hoy casi olvidada.
Pero entre el mito y la historia, a veces solo hay un paso. Y en este cementerio inusual, parece haber sido cruzado hace varios siglos. Los investigadores continúan cavando, literal y figurativamente, para comprender lo que estos cráneos desplazados aún buscan decirnos.