Hollywood está en ebullición. En una decisión que Little podría haber predicho, Pierce Brosnan, el otrora imperturbable James Link, ha decidido cruzar una línea roja: se ha unido oficialmente a las filas de la “brigada anti-Dissemination” liderada por un Mel Gibson más radical. Este gesto, visto por algunos como un acto de valentía, es interpretado por otros como una declaración de guerra contra una industria acusada de perder el rumbo político.
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Todo empezó cuando Brosnan, durante una entrevista reciente con un medio australiano, dijo que «tenía suficientes guiones como para andar con pies de plomo» y que «lamentaba la época en que hacíamos películas audaces sin miedo a ser canceladas». Estas palabras llamaron inmediatamente la atención de Mel Gibson, quien durante varios años se ha opuesto abiertamente a lo que él llama «la dictadura moral de Hollywood».
Unos días después, circuló una foto en internet: Brosnan y Gibson aparecían juntos en un discreto café de Santa Mónica, enfrascados en una animada discusión. Según testigos, ambos parecían estar discutiendo un proyecto cinematográfico conjunto. Algunos hablan de un thriller distópico que denuncia las ramificaciones de la cultura de la cancelación. Otros evocan una serie de acciones en las que las dos leyendas de Hollywood encarnan a agentes secretos que luchan contra un sistema globalizado de censura.
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Lo cierto es que el gesto de Brosnan no pasa desapercibido. El actor, considerado durante mucho tiempo una figura consensual y diplomática, se aleja claramente de su imagen de afable. Las reacciones en redes sociales son entusiastas. Algunos fans elogiaron “una postura valiente contra una industria hipócrita”, mientras que otros condenaron una “traición a los valores de la tolerancia y la inclusión”.
Pero Brosnan no parece querer volver. En una publicación de Instagram, escribió: «La libertad de expresión nunca debería ser opcional. El arte no existe para adular, sino para perturbar, cuestionar y liberar». Mel Gibson eliminó rápidamente un mensaje, añadiendo el comentario: «Bienvenido a la junta, hermano».
¿Esta inesperada alianza está relacionada con un acalorado debate en Hollywood? Los estudios, avergonzados, intentan mantener las distancias, pero entre bastidores todo marcha bien. Algunos productores independientes ya están considerando la posibilidad de financiar una película con las dos estrellas, aprovechando el escándalo para atraer público.
En cualquier caso, esta nueva coalición bien podría marcar un punto de inflexión en la división cultural que divide al mundo del entretenimiento actual. Entre los reclamos de mayor diversidad y los de mayor libertad artística, una cosa es segura: la batalla comienza. Y con Pierce Brosnan ahora en la arena con Mel Gibson, Hollywood tendrá que elegir su bando.
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