Un nuevo escándalo ha estallado en el mundo del fútbol, dejando a aficionados y analistas boquiabiertos tras los controvertidos eventos ocurridos en el reciente partido que involucró al Palmeiras. La polémica gira en torno a dos penales claros a favor del equipo brasileño que no fueron pitados ni revisados por el VAR, una omisión que ha desatado un torbellino de críticas y especulaciones. La frase que resonó desde la cabina del VAR, “Todo balón… siga, siga”, se ha convertido en el centro de las acusaciones, sugiriendo una negligencia deliberada que ha puesto en duda la integridad del arbitraje en este encuentro de alto perfil.
El partido, disputado en el marco de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA el 22 de junio de 2025 contra Al-Nassr, vio al Palmeiras luchar por un lugar en las rondas eliminatorias. A pesar de su esfuerzo, dos jugadas claras dentro del área rival, una en el minuto 34 con una falta sobre Raphael Veiga y otra en el 67 tras un derribo a Endrick, fueron ignoradas por el árbitro principal y no sometidas a revisión por el VAR. Las repeticiones mostraron evidencias innegables de contacto, pero la decisión de continuar el juego sin intervención tecnológica ha generado furia entre los hinchas y el cuerpo técnico del Palmeiras. El entrenador Abel Ferreira, visiblemente frustrado, calificó la situación como “una injusticia que mancha el espíritu del fútbol”.
Lo que ha avivado aún más la controversia es la identidad del árbitro en cuestión: Szymon Marciniak, el polaco que dirigió la final del Mundial 2022 entre Argentina y Francia. En ese encuentro, Marciniak otorgó un penalti polémico a favor de Argentina en los minutos finales, una decisión que muchos consideran clave para la victoria albiceleste en la tanda de penales. La coincidencia no ha pasado desapercibida, y las redes sociales se han llenado de comentarios que vinculan este incidente con una supuesta parcialidad de la FIFA hacia Lionel Messi, estrella de Argentina y figura global del deporte. Frases como “Messi es el consentido de la FIFA” han ganado tracción, alimentadas por la percepción de que el arbitraje favorece sistemáticamente al jugador del Inter Miami.
El Palmeiras, que llegó al torneo como campeón de la Copa Libertadores 2024, ha solicitado formalmente a la FIFA una revisión del partido, presentando videos y análisis que respaldan sus reclamos. El club argumenta que la falta de intervención del VAR no solo afectó el resultado del encuentro —que terminó en un empate 1-1, insuficiente para avanzar—, sino que también dañó su reputación y la confianza de sus seguidores. Los hinchas han tomado las calles en São Paulo y han inundado las plataformas digitales con hashtags como #JusticiaParaPalmeiras y #FIFACorrupta, exigiendo transparencia y sanciones contra los responsables.
Por su parte, la FIFA ha emitido un comunicado preliminar indicando que investigará el caso, pero no ha confirmado aún si revisará el resultado o sancionará a Marciniak. La entidad ha destacado que el VAR es una herramienta de apoyo, no una garantía absoluta, y que las decisiones finales recaen en el árbitro principal. Sin embargo, esta explicación ha sido recibida con escepticismo, especialmente porque las imágenes disponibles muestran claramente las faltas no revisadas. Expertos en arbitraje han señalado que el protocolo del VAR exige una revisión en casos de contacto evidente dentro del área, lo que pone en jaque la actuación de Marciniak y su equipo.
El impacto de este escándalo trasciende el ámbito deportivo. Los aficionados de Palmeiras sienten que su equipo ha sido víctima de una conspiración, mientras que los seguidores de Messi y Argentina defienden que las acusaciones son exageradas y carecen de pruebas concretas. Esta polarización ha dividido a la comunidad futbolística, con debates intensos sobre la imparcialidad de la FIFA y el papel de las estrellas como Messi en la toma de decisiones. Algunos han sugerido que el historial de Marciniak, que incluye otros partidos controvertidos, debería llevar a una reevaluación de su idoneidad como árbitro de élite.
El Al-Nassr, que se benefició indirectamente del empate al avanzar en la clasificación, ha evitado hacer comentarios oficiales, pero sus hinchas han celebrado en redes sociales, lo que ha añadido leña al fuego. Mientras tanto, el Palmeiras planea apelar ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) si la FIFA no actúa, una movida que podría tener implicaciones legales y financieras significativas. La posibilidad de que el resultado sea anulado y el partido se repita mantiene en vilo a todos los involucrados, mientras la presión sobre la FIFA para garantizar transparencia aumenta día a día.
Con los ojos del mundo puestos en este caso, la próxima declaración de la FIFA será crucial. ¿Confirmará las sospechas de favoritismo o aclarará que se trató de un error humano? Para los hinchas de Palmeiras, la esperanza radica en que la verdad salga a la luz, mientras que los detractores de Messi ven en este incidente una oportunidad para cuestionar su estatus privilegiado. Por ahora, el eco de “siga, siga” resuena como un símbolo de frustración, y el fútbol global espera con expectación un desenlace que podría redefinir las normas del juego. Este escándalo no solo pone en duda un partido, sino que desafía la credibilidad de una de las instituciones más poderosas del deporte.
