La carrera en Imola nos dejó más que solo una victoria más para Max Verstappen. Mientras todos los focos apuntaban al piloto neerlandés y su imponente ritmo, en la parte media de la parrilla se estaba gestando un episodio que, si bien muchos pasaron por alto, podría cambiar la forma en la que entendemos las estrategias en la Fórmula 1. Franco Colapinto, el joven piloto argentino, sorprendió a todos con una decisión que dejó a Pierre Gasly completamente expuesto: aguantó 13 vueltas más con los mismos neumáticos. Sí, ¡trece vueltas más! Y no fue por error del equipo, fue decisión pura de piloto y ejecución quirúrgica.

La telemetría reveló una diferencia brutal entre las dos estrategias. Mientras Gasly optó por un stint más corto que lo dejó sin opciones de atacar al final, Colapinto se mantuvo firme, cuidando cada milímetro de goma como si supiera algo que nadie más sabía. Algunos dicen que fue suerte. Otros, que su ingeniero se distrajo. Pero los datos no mienten: el rendimiento del argentino en las últimas vueltas de su primer stint fue tan consistente que incluso superó en ritmo a varios pilotos con neumáticos nuevos.
¿Y qué hizo Alpine al respecto? Nada. Silencio absoluto. Como si no quisieran que el mundo se entere que su piloto de pruebas, en su primera participación en condiciones reales de carrera, ejecutó una estrategia mejor que la de su piloto titular. ¿Casualidad? ¿Mensaje interno? ¿O simplemente un error que deja en evidencia la falta de visión de su equipo técnico?
Pero la historia no termina ahí. Tras la carrera, las redes sociales estallaron. Aficionados de todas partes comenzaron a comparar los tiempos de Gasly y Colapinto vuelta a vuelta. El hashtag #ColapintoMasterPlan se volvió tendencia. Algunos analistas incluso se atrevieron a decir que, de haber tenido mejor clasificación, Franco habría terminado en los puntos. Una afirmación osada, pero no imposible si se miran los números fríos.
Max Verstappen, por su parte, dominó la carrera como nos tiene acostumbrados. Una victoria más que suma a su racha imparable, pero incluso su gran desempeño fue eclipsado momentáneamente por la conversación en torno a la estrategia “fantasma” de Colapinto. La imagen de Max levantando el puño en el podio fue compartida miles de veces, pero justo debajo, en los comentarios, se colaba una y otra vez la misma pregunta: “¿Y Colapinto?”.
Algunos periodistas especializados comenzaron a indagar más allá. Se habla de una reunión tensa en el box de Alpine tras la carrera. De un Gasly visiblemente molesto por las comparaciones. De ingenieros incómodos respondiendo preguntas incómodas. Y sobre todo, de un nombre que podría comenzar a sonar con más fuerza para 2026.
La Fórmula 1 es un deporte de detalles, de decisiones milimétricas y de oportunidades. Lo que Franco hizo en Imola no fue solo aguantar más vueltas: fue desafiar un sistema que muchas veces premia la experiencia por sobre el talento fresco. Su actuación fue una llamada de atención. Una advertencia. Un “estoy aquí” a todo volumen.
¿Se repetirá? ¿Lo dejarán? ¿O será silenciado como tantos otros talentos que brillaron una vez y nunca más? Solo el tiempo lo dirá. Pero por ahora, que quede claro: en Imola, hubo algo más que una victoria de Verstappen. Hubo una demostración silenciosa de que el futuro ya está aquí… y se llama Franco Colapinto.